miércoles, 14 de octubre de 2015

Mi trabajo: Identificando a los recién llegados (I)

Buenas tardes!

Vivir y trabajar en el Niflheim es muy duro, y puede hacer que incluso el más experimentado en ocasiones comenta errores.
Como ya os conté en mi presentación, en el inicio de los tiempos, solía pasearme por las calles convertida en buey para ir a buscar a mis huéspedes.
En el siglo XV, tuve que cambiar de estrategia ya que la gente empezó a reconocerme y corrió demasiado rápido el rumor que si me daban un poco de avena, podían burlarme (por no decir que cada vez que me convertía, sufría halitosis durante varias semanas...).
Así que cambié de estrategia y opté por disfrazarme de anciana con escoba y/o rastrillo e ir a buscar a los futuros huéspedes a las parroquias, lo cual sigo haciendo pero he cambiado dichos instrumentos por un ipod dorado para no levantar sospecha a día de hoy.

Imagen actual de Hella yendo a buscar huéspedes

En el pasado, concretamente entre los siglos IX y  XI, no era tan sencillo saber si estabas delante de la persona correcta y una tenía que ser muy cotilla observadora para saberlo.

Una buena forma de saber el paradero de esa persona era conocer su posición social, lo cual podíamos identificar fácilmente a partir de su vestimenta.
Los colores de la ropa vikinga eran bastante limitados debido a que se elaboraban a partir de tintes naturales como la escasísima y valorada rubia tinctorum (da tonos rojizos a la tela) o algo tan sencillo como la cáscara de cebolla roja, la cual da un tono amarillento a la vestimenta. A continuación, os dejo una imagen de Nille Glæsel, en la cual podréis apreciar los principales colores que se podían elaborar con tintes naturales:

Para más info sobre tintes, os recomiendo esta web

Tanto los tonos rojizos, como los azulados o púrpuras, eran colores de colores difíciles de conseguir debido a la escasez de materias primas para elaborarlos, y como habréis podido adivinar, eran claros indicadores de que la persona que los llevaba pertenecía a una clase social alta.
Otro buen indicador de la posición de la persona era el tipo de abalorios y joyas que llevaba. Por lo general y a diferencia del resto de Europa los cuales estaban fascinados con el oro, los vikingos tenían debilidad por la plata.
Una mujer cuyos broche-tortuga fueran de plata, indicaba que era una mujer bien situada en la escala social. contra más grandes eran sus broches, más alta era su posición.
Aqui podéis ver un ejemplo de broches tortuga de plata:

Broches de plata elaborados por Alban Depper

Como podréis ver en la fotografía, de ambos broches cuelga una especie de collares de cuentas de colores (estaban elaborados de diversos minerales y ámbar). A mayor número de collares, más alto era el estatus de su propietario. 
Por lo tanto si la persona a quien me tocaba ir a buscar ese día era de clase alta, como por ejemplo un jarl, solo tenía que buscar a una persona con vestimenta vistosa, varias capas de ropa y con joyería de plata abundante. 

Por el contrario cuando me tocaba ir a buscar a personas de clase humilde, además de no llevar joyas de plata (si llevaran alguna serían de materiales menos costoso como hueso o bronce), los colores de sus ropas no eran tan llamativos, ni tampoco tenían ningún tipo de bordado. 

En esta imagen de Clan Hávamal se puede apreciar 3 clases sociales distintas. A la izquierda la esposa del Jarl y a su lado dos mujeres Smáboendr (clase un poco inferior a Boendr).

Dentro de un poblado vikingo, también se podían diferenciar a comerciantes o artesanos a los cuales se diferenciaba fácilmente gracias a sus quehaceres diarios. 
Aqui podéis ver un par de ejemplos: 


  

Me gustaría hablaros de la  diferenciación de la clase social de un guerrero a partir de su vestimenta, pero re conozco que es un tema que no acabo de dominar del todo debido a que como os comenté anteriormente, siempre es Odín quien se adelanta y se lleva a los guerreros caídos en batalla, cosas de solo poder adoptar la forma de una anciana, un buey obeso, o tener medio cuerpo cadavérico y un par de monturas trípodes que corren menos que un caracol cuesta arriba, mientras que él tiene un corcel de ocho patas (Sleipnir).
Así que aunque me toque tragarme el orgullo (ya os podéis imaginar el cariño que le tengo por dejarme siempre la peor parte), me va a tocar pedirle ayuda para mi siguiente post sobre cómo identificar a un guerrero según su clase social. 




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